Nuestra ciudad no es precisamente un destino turístico convencional. Muy pocos viajeros vienen a Cúcuta para conocerla por alguno de sus atractivos o por placer. Más bien, la mayoría de los turistas que vienen a la ciudad lo hacen principalmente por razones de negocios o porque tienen algo qué hacer respecto a la frontera. La industria hotelera, a pesar de que aún tiene camino por recorrer, ha crecido en los últimos años y la ciudad ya cuenta con cadenas de talla internacional como Ibis de Accor (la cadena hotelera que patrocina al ahora famoso PSG de Lionel Messi), Hampton by Hilton y Holiday Inn. La ciudad también cuenta con hoteles de marcas locales con buenos estándares de calidad y servicio que atienden ese turismo de negocios que se mueve acá en Cúcuta. Pues bien, el turismo de negocios tiene una particularidad y es que quienes vienen lo hacen específicamente para hacer la diligencia que deben hacer e inmediatamente devolverse a su ciudad. En algunos casos, incluso prefieren venir e irse en un mismo día y ni siquiera pasar la noche acá. Eso se nota porque la ocupación hotelera es medianamente buena entre semana y cae completamente los fines de semana.
El turismo es una de las alternativas que tenemos como país para generar ingresos que reemplacen al petróleo y que nos permitan generar empleo y desarrollo; sin embargo, no hemos sabido vender la ciudad como un destino más allá de los negocios. Alguna vez hablando con una gerente de la Cámara de Comercio, me contó que existía un estudio sobre el turismo en nuestra ciudad hecho por una firma española, contratado y engavetado allá en la misma cámara, cuya conclusión era que aparte de los negocios, el turismo que podíamos vender acá era el de tipo histórico, por cuenta de todo lo relacionado con la Constitución de Cúcuta, el Templo Histórico, la casa del General Santander y el ahora (esperamos que esta vez sí) en proceso de renovación Parque Gran Colombiano. También el estudio mostró que, como una segunda opción, podíamos ofrecer algo de turismo de naturaleza, por cuenta de los pisos térmicos cercanos, ríos, y hasta por el avistamiento de aves que mueve un turismo de lujo de nivel mundial.
Pues muy poco o nada hemos hecho al respecto. Nuestra ciudad es una ciudad agradable, con una muy buena oferta gastronómica que parece mejorar todos los años, con buenos sitios de rumba, con un clima envidiable para las personas que le quieren huir al frío y con una variedad de planes qué ofrecer. Incluso hay un incipiente turismo de salud. Pero no contamos con un plan turístico estructurado que nos permita explotar al máximo las ventajas que tenemos y poder ofrecerle al turista un motivo más para quedarse un fin de semana luego de hacer sus negocios o sus diligencias. Tenemos mucho por mejorar si queremos sacarle provecho a esta actividad. Es necesario, por ejemplo, fortalecer los programas académicos técnicos en todo lo que tiene que ver con servicio al cliente, con un manejo adecuado de inglés y con el servicio al turista en general. Así mismo, organizar y capacitar a toda la cadena.
Desde los taxis del aeropuerto, pasando por las empresas de transporte, los mismos hoteles, centros comerciales, restaurantes y hasta discotecas deben capacitar a su personal y enfocar sus servicios en invitar al turista a quedarse y disfrutar de nuestra ciudad. También, por supuesto, necesitamos una mano por parte de los gobiernos nacional, departamental y locales para lograr tener el Templo Histórico y la casa del General Santander como el atractivo turístico que son, y no como ese espacio olvidado del que nos acordamos cada cierto tiempo, pero que en el día a día siempre está descuidado. Nos queda un camino largo si queremos aprovechar esta industria que puede ayudar a generar tanto empleo y desarrollo. Está todo por hacer.
Juan Francisco Yáñez
Ingeniero Civil e Ingeniero Ambiental MSc. Ingeniería y Gerencia de Proyectos de Construcción Universidad de Los Andes.
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