Entre el 21 y 28 de noviembre tendrá lugar la séptima edición del Encuentro Internacional de Muralismo y Arte Público “Por la paz de los pueblos”, en Chinácota, Norte de Santander. Bajo el lema del perdón, se reunirán artistas de 10 países y 10 ciudades de Colombia para continuar pintando las paredes de este municipio.
El día que conocí Chinácota, Margarita, la vieja del cerro, estaba tranquila. Lo supe porque no estaba lloviendo. Incluso algunos rayos de sol se escapaban entre las nubes grises. Dice la leyenda que ella riega agua sobre el municipio cuando pasan cosas malas. Dice que de joven, Margarita bajaba de la montaña con verduras para vender en el mercado, pero un día la alcanzó la noche y dos rufianes intentaron violarla. La salvó la madre de las aguas. Llovió y llovió, los malhechores escaparon y la joven se fue al cerro, donde se hizo vieja. “Entonces cada vez que pasa algo acá en Chinácota que es muy feo o cuando van a maltratar a una persona, ella empieza a echar agua”, me contó Diego Barajas. Estábamos frente a uno de sus murales, el que retrata la leyenda. La cara arrugada de una mujer es una con la montaña, su pelo blanco se entrelaza con las nubes y de sus manos deja caer ríos sobre el pueblo.
Hay otras historias sobre Margarita y por qué hace llover sobre aquel municipio de Norte de Santander: que a Melciades, su esposo, no lo dejaron entrar en las corridas de toros con su animal y por eso en todas las ferias llueve, o que hay una laguna encantada. Lo cierto es que ese día que Diego Barajas y Juan Fernando Rangel nos mostraron los murales de Chinácota, no llovió. Recorrimos las calles viendo algunos de los 120 murales que hoy ocupan fachadas e interiores, obras de 300 artistas que se han desplazado hasta el lugar para pintar en el marco del Encuentro Internacional de Muralismo y Arte Público “Por la paz de los pueblos”, una iniciativa de Barajas.
“Pensamos que el arte no debe estar adentro, en los museos, en las galerías, sino afuera, realmente mostrándoles la realidad y las experiencias a los niños, a la gente que está viendo”, dice Barajas. “Con el encuentro estamos generando ese espacio de convivencia y muchos artistas quieren venir, porque este es un territorio ancestral”. Además me explica que la palabra “Chinácota” significa “reluciente apoyo detrás de la labranza” en chibcha. Aquí, en este pueblo ancestral, se han desarrollado siete ediciones del encuentro. Cada 21 de noviembre, en conmemoración del Tratado de Paz que se firmó ese día en 1902 para finalizar la Guerra de los Mil Días, artistas nacionales e internacionales se toman las calles del pueblo y las llenan de historias contadas a través de la imagen y el color. Pintan, almuerzan en comunidad y caminan a las quebradas. Durante una semana se dedican a conocer el territorio y la gente que lo habita.
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*Información de El Espectador